miércoles, 9 de diciembre de 2009

CAPITULOS 6, 7 Y 8

Una realidad que aCharlotte no se le pasó por alto cuando ella y Piccolo Pam entraron a la cafeteria, Charlotte apenas pudo contenerse cuando vio pulular por alli a todos los chicos vivos, disfrutando de su semilibertad.
La cafeteria del Hawthome siempre le recorbada a un supermercado, tan ostentosamente dividido en secciones, era imposible perderse.
Una expresión del más puro terror nubló el rostro del chico, que se quedó paralizado un momento, miró a su alrededor como un conejo asustado, dejó caer bandeja y echó a correr hacia la salida.
Mientras Kim se abría hueco a empellones, Charlotte vio caer algo en su bandeja, no era un pelo, era un pedazo de carne.
Las náuseas de Charlotte se disiparon cuando, de la nada, empezó a sonar un telefono móvil.
Mientras avanzaban en la cola, Charlotte examinó la oferta de dulces, fritos y ácidos grasos del bufé, patatas fritas con salsa, pizza pepperoni, macarrones con queso, tortitas, hamburguesas, perritos en pan de maíz, cubitos petrificados de gelatina Jell-O con nata montada, patatas de bolsa, fritos de maíz, bizcochos rellenos, Twinkies fritos, Marshmallow Fluff, cubas de salsa de chocolate, sirope de arce y crema de queso fundido Velveeta.
Ambas asintieron y volvieron a concentrarse en sus respectivos almuerzos, sin percatarse apenas de otra chica que ahora estaba plantada delante de ellas.
En vez de mostrarse defraudada o desalentada, la mirada de Charlotte adquirió un brillo inusitado, como si el Pam acabara de decifrar el enigma de la esfinge.
Allá donde fuera Damen, Charlotte iba también; a su taquilla, en cuyo interior ella se aposentaba ( no tan incómoda como cabria pensar); a la sala de estudio, donde observaba quedarse dormido desde la silla de al lado, la cabeza apoyada en su hombro hasta que él despertaba sobre saltado al gélido contacto; a las taquillas del vestuario sanctasanctórum de los chicos.
No es que quisiera verle desnudo, per se, pero si que quería ver algo más de él. Damen llegó y dejó caer su bolsa de deportes Adidas Blanca y negra sobre el banco, Charlotte se sentó junto a ella y aguardó como primeriza espera el comienzo de su primer concierto de rock.
Obviamente, Damen no podía oírla, pero no por ello dejó de darle un poco que no contestara, así y todo, lo estaba pensando en grande con toda la situación.
Entre tanto, Charlotte atravesó la puerta del todo y se acercó al busto, ante el cual se encontraba Damen.
Al apartarse, Charlotte contempló el reflejo del maniquí en el espejo de cuerpo entero que él le había estado tapando de la vista.
Charlotte fijó la mirada en los párpados cerrados de Damen e imaginó cada pensamiento que estaría pasando por su mente. Se le veía insólitamente relajado, enmedio de aquel frenesí.
Cuando volvió a abrir los ojos buscando una actualización se encontró con que Petula estaba despatarrada todo a lo largo de damen muy a la guisa de una auténtica animadora.
Aterrorizada, Scarlet se percató de lo que a todas luces parecía un reguero de sangre que se escurría por uno de los lados de la bañera esmaltada de blanco y descendía hasta el desagüe.
Scarlet se quedó plantada mientras Charlotte entraba en estancia, Miró a su alrededor y se fijó en los viejos carteles de películas de culto, como Harold y Mande, La noche de los muertos vivientes y Delicatessen, que colgaban de las paredes y entre los cuales aparecían unos pintorescos marcos caja que ponian los pelos de punta debido a las grotescas figurrillas que exhibian en su interior.Scarlet continuó el acicalamiento, pelo incluido, y Charlotte disfrutó con cada una de sus atenciones.Al doblar la esquina de la calle larga y solitaría, supo instantáneamente a qué casa dirigir sus pasos.

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